En el universo hay dos principios, femenino y masculino, representando las dos polaridades de un todo, absoluto y completo. Las mujeres tenemos la particularidad de ser circulares, nutridoras y protectoras de la vida y la naturaleza. Somos el campo donde todo nace, se nutre y muere, nuestro poder esta en esa capacidad de sostenimiento y adaptación que tenemos. Los hombres son lineares, lógicos, estructurados y metódicos. Nosotras también lo somos y de hecho cada día hay más mujeres desarrollando y trabajando en posiciones que antes no se les permitía ejerciendo y dirigiendo con excelencia. Los hombres también tienen el poder de nutrir y cuidar a los seres que aman cuando es necesario hacerlo.
No podemos quedarnos encasillados en patrones de hombre y mujer y justificar nuestras diferencias como motivo para no entendernos. Somos polaridades contrastantes, complementándose en perfecta armonía cuando entendemos que lo que nos diferencia es lo que nos atrae y lo que hace el balance de la vida, la danza cósmica de Shiva/Shakti.
Las energías masculinas y femeninas están dentro de nosotros y nos impulsan a expandirnos y contraernos de acuerdo a la necesidad que tenemos de hacerlo. Una mujer que desea lograr sus propósitos necesita desarrollar su fuerza masculina interna, y una mujer muy enfocada en éxitos externos necesita entrar a su mundo femenino y desde ahí nutrirse, cuidarse y renovarse para sentirse balanceada.