Los arquetipos son la forma mediante la cual se expresan una serie de experiencias y recuerdos referentes a los antepasados.
Es decir, cada persona desarrolla una serie de arquetipos en función de las vivencias de sus descendientes.
De esta forma, los arquetipos defienden la idea principal del inconsciente colectivo y hacen referencia a representaciones mentales comunes que presentan todas las personas.
En el desarrollo de los arquetipos juega un papel de vital importancia la influencia del contexto cultural de cada persona. Los individuos no desarrollan los arquetipos en función de sus experiencias personales sino en función de las experiencias sociales de su entorno.
Independientemente de su origen colectivo, si se analizan los arquetipos de forma individual en cada persona, estos resultan patrones emocionales y de conducta que determinan la forma de procesar sensaciones, imágenes y percepciones.
Según Carl Jung, las influencias contextuales, culturales y antepasadas motivan la generación de los arquetipos, los cuales se acumulan en el inconsciente de los individuos y determinan gran parte de su desarrollo psíquico.
Para poder ejemplificar la idea de los arquetipos Carl Jung utilizó los símbolos y los mitos que parecen estar en todas las culturas.
Según el autor austríaco, el hecho de que todas las culturas presenten elementos comunes pone de manifiesto que las sociedades humanas piensan y actúan a partir de una base cognitiva y emocional que no se desarrolla en función de experiencias propias de cada persona.
En contrapartida, la base cognitiva y emocional de todas las personas estaría regulada por la teoría del inconsciente colectivo, la cual genera el desarrollo de una serie de arquetipos comunes para todos los individuos que se transmiten de generación en generación.
No obstante, Carl Jung hizo especial hincapié en que los arquetipos no tratan de representaciones heredadas, sino de posibilidades heredadas de representaciones.
De este modo, los arquetipos no se desarrollan genéticamente sino ambientalmente. A través de la genética se transmite la capacidad para desarrollar los arquetipos. Posteriormente, la persona desarrolla a través de la influencia cultural dichos arquetipos.